martes, 9 de septiembre de 2008

Ángeles entre nosotros



Por Nancy Águila


Recuerdo hace como diez años cuando se estrenó en México el remake de “Las alas del deseo” de Wim Wender, en su versión estadounidense “Un ángel enamorado” (1998), cinta estelarizada por Meg Ryan y Nicolage Cage. En aquellos días mi hermana mayor fue al cine a ver la película, tan cursi, tan romántica, que no pudo contenerse contármela. Con sólo ver los ojos diarreicos que Cage, en su papel de “ángel” le dedicaba a Ryan, me daban naucias, no por ser insensible, sino porque a mi ver era demasiado enmielado su papel. Definitivamente decidí no verla, ya me sabía el final de la historia. En esos días preparatorianos a alguien de la escuela se le ocurrió hacer un ciclo de cine de las últimas películas de cartelera, entre ellas, la mencionada arriba. Quise darle una oportunidad, no a la historia que por sí sola es buena (sino pregunten a los alemanes), sino a los melcochas personajes de Ryan y Cage. Ya en el auditorio, a menos de la mitad de la película, no pude parar mi lengua. Lucero -una compañera de clase-, y yo no dejábamos de criticar la cara de puchero de Cage. Ya hastiada de tanto drama y con mi tremenda bocota dije: ”y todo ese rollo para que el ángel se convierta en humano y pueda estar con la doctora, quien feliz de entregarse a él, salga de la cabaña en su bicicleta, cierre los ojos, abra sus brazos y sea atropellada y muerta por un camión…”. Oh, no!!! Nunca imaginé el daño que hice hasta que dos chavas, una fila delante de nosotros voltearon y me dijeron: “gracias, no la hemos visto”, acto seguido se pusieron de pie y salieron. Que bochorno. Con mi cara que no tenía dónde esconderla, me paré, junto con Lucero y también abandonamos la función. La cosa es que, si otra vez volví a meter la pata porque tú tampoco la has visto, mejor ve la versión original de Wim Wender (Alemania,1987), que cuenta una historia con trasfondo dramático y lo hace desde una óptica pulcra y carente de adornos superfluos, que nos deja espiar junto a un par de ángeles que divagan por las calles de Berlín (aun con muro) y el resultado puede ser desolador. Es que la idea de la existencia de los ángeles, es tan antigua como el mismo hombre. En la mayoría de las religiones se cree en su existencia, y hay quienes se encomiendan a ellos. Por mi indiscutible condición terrenal (aunque algunos me crean divina) estoy convencida que alrededor de nosotros hay verdaderos ángeles de carne y hueso, que se pueden llamar Angélica, Ángela, María Julia, por mencionar sólo algunas de esas tantas personas (cada una sabe a quién me refiero), que con su apoyo incondicional en los momentos difíciles han sido auténticos ángeles en mi vida, y en la de mi pequeña familia. G R A C I A S. Alas, aureolas, nubes y partituras para melodías en arpa en: nancy@laprensalatina.com, y al 995 South Yates, Ste. 3, Memphis, TN. 38119.

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