No me gustó lo que vi. Me he acostumbrado a ver la vida desde mi casa. Creo que es culpa del apagado estado de ánimo de los últimos días, y del insufrible dolor de brazo derecho que se ha aferrado a mí.
No me gustó verme en los espejos de aparadores, ni pensar en lo que dejé y en lo que no tengo. A veces me falta aliento para dar el siguiente paso, y el humor se ha vuelto mi enemigo.
No recuerdo haber sido voluble y ahora es lo que mejor me describe. Se auna la impaciencia, el desgano y el pesimismo de vez en vez.
Debo dejar de pensar y pensar. Concentrarme más en lo tangible y volverme más sistemática.
Extraño sobre todo la libertad, hasta la playa que nunca ha sido mi favorita.
Quiero dejar de pensar y salir de esta depresión y este maldito miedo que me tiene sujeta.
Quiero dejar de pensar y hacer mi costumbre favorita, otra vez como hace mucho, soñar y reir.
viernes, 22 de abril de 2011
lunes, 28 de marzo de 2011
Solo camina Javier
Solo camina Javier. Después de un año y ocho meses de su nacimiento, ya me comenzaba a preocupar, pero desde ayer, sin motivo aparente y con la intención de usar sus piernitas, andó andó y andó...
Hoy se la ha pasado caminando por toda la casa. Se ríe, se cae, se levanta y vuelve a andar. Solo lo para a veces Juan Pablo. Lo ve, lo avienta, el gordito hace berrinche, pero al rato, ya que se le olvida se pone de pie y vuelve a sonreir... y a andar.
Alejandro lo ignora. Se ocupa más bien en chuparse el dedo, esculcar la mesa del comedor y pelear con Juan Pablo. Que ya camine su hermano aún no le significa nada, ya lo resentirá cuando su gemelo se defienda con mayor destreza de sus travesuras.
Javier toma su cobija, esa que fue de Juan Pablo, y que la hizo con sus manos mamá Nena. Se ha convertido en su mayor debilidad. Esa cobija es arrastrada todos los días, por toda la casa, y le sirve de cama ambulante a cualquier hora y lugar.
Solo la deja para bañarse. Nunca perdona dormir sin ella, y sólo con ella lo puedo consolar fácilmente.
En las noches se tapa la cara con ella, y por las mañanas le acompaña a la hora del desayuno y las siestas. Muchas durante todo el día.
Alejandro, por el contrario, entre menos cosas traiga encima, mejor. Sólo a veces carga su cobertor, muy pesado, y chupa su dedo, manía heredada después de privarlo del biberón.
Su cama-cuna se ha convertido en una geografía pequeña. Toda la noche se da muchas vueltas e involuntariamente pelea con la cabecera. Aunque haga frío echa las sábanas al lado y le gusta solo encimarse a ellas. Odia que lo despierten o lo cambien de posición. No le importa estar de cabeza, con las nalgas hacia arriba, hincado, con las piernas colgando fuera de la cama, solo quiere dormir como a él se le antoje.
Y Juan Pablo, tan miedoso aveces. Tan dependiente de mamá y papá para dormir, se duerme a sus anchas en su cama queen, siempre abrazado de su perro de peluche, y al igual que Alejandro, peleado con las sábanas.
Ha hecho su ritual despertar en las madrugadas y visitarnos en el cuarto a su papá y a mí. Cuando su sueño le alcanza para toda la noche, muy de mañana llega con nosotros, en más de alguna ocasión, acompañado de alguno de sus hermanos.
Si es el primero en ponerse de pie, despierta a sus hermanos. No le gusta estar despierto, solo. Ni le guste que nadie, -ni hermanos, ni mamá y papá- se duerman en el día si él está despierto.
Ya son las 3:21 p.m., el caldo hierve, Paulino está por llegar, y la comida es reclamada por los cuatro hombres de mi vida.
Mole ranchero, sopa de arroz y fideos, el menú de hoy. La cena... luego les cuento.
n.m.a.c
Hoy se la ha pasado caminando por toda la casa. Se ríe, se cae, se levanta y vuelve a andar. Solo lo para a veces Juan Pablo. Lo ve, lo avienta, el gordito hace berrinche, pero al rato, ya que se le olvida se pone de pie y vuelve a sonreir... y a andar.
Alejandro lo ignora. Se ocupa más bien en chuparse el dedo, esculcar la mesa del comedor y pelear con Juan Pablo. Que ya camine su hermano aún no le significa nada, ya lo resentirá cuando su gemelo se defienda con mayor destreza de sus travesuras.
Javier toma su cobija, esa que fue de Juan Pablo, y que la hizo con sus manos mamá Nena. Se ha convertido en su mayor debilidad. Esa cobija es arrastrada todos los días, por toda la casa, y le sirve de cama ambulante a cualquier hora y lugar.
Solo la deja para bañarse. Nunca perdona dormir sin ella, y sólo con ella lo puedo consolar fácilmente.
En las noches se tapa la cara con ella, y por las mañanas le acompaña a la hora del desayuno y las siestas. Muchas durante todo el día.
Alejandro, por el contrario, entre menos cosas traiga encima, mejor. Sólo a veces carga su cobertor, muy pesado, y chupa su dedo, manía heredada después de privarlo del biberón.
Su cama-cuna se ha convertido en una geografía pequeña. Toda la noche se da muchas vueltas e involuntariamente pelea con la cabecera. Aunque haga frío echa las sábanas al lado y le gusta solo encimarse a ellas. Odia que lo despierten o lo cambien de posición. No le importa estar de cabeza, con las nalgas hacia arriba, hincado, con las piernas colgando fuera de la cama, solo quiere dormir como a él se le antoje.
Y Juan Pablo, tan miedoso aveces. Tan dependiente de mamá y papá para dormir, se duerme a sus anchas en su cama queen, siempre abrazado de su perro de peluche, y al igual que Alejandro, peleado con las sábanas.
Ha hecho su ritual despertar en las madrugadas y visitarnos en el cuarto a su papá y a mí. Cuando su sueño le alcanza para toda la noche, muy de mañana llega con nosotros, en más de alguna ocasión, acompañado de alguno de sus hermanos.
Si es el primero en ponerse de pie, despierta a sus hermanos. No le gusta estar despierto, solo. Ni le guste que nadie, -ni hermanos, ni mamá y papá- se duerman en el día si él está despierto.
Ya son las 3:21 p.m., el caldo hierve, Paulino está por llegar, y la comida es reclamada por los cuatro hombres de mi vida.
Mole ranchero, sopa de arroz y fideos, el menú de hoy. La cena... luego les cuento.
n.m.a.c
sábado, 5 de marzo de 2011
viernes, 4 de marzo de 2011
jueves, 3 de marzo de 2011
Necesito inspiración
Usualmente viene cuando estoy ocupada, cocinando, atendiendo a los niños, o entretenida con alguna tarea de la que no puedo desprenderme. Y pasa que cuando ajusto el tiempo, me poso en la hoja en blanco y quiero comenzar a teclear, la inspiración huye a propósito. Las ideas se escapan por el ventilador y los signos de interrogación roban el espacio. En fin, en algún momento, oportuno, por casualidad o por provocación, la inspiración llegará.
Pero he de entender que cuando las ideas se agotan, es mejor guardar la palabra, y esperar por un mejor momento, para evitar esa desagradable sensación de insatisfacción, además cómo quiero concentrarme si Michael Jackson se asoma por la tele, en todas sus edades, gracias a que su música e imagen siguen vigentes aún en las nuevas generaciones.
Me encanta Michael Jackson. Hay por ahí una pésima película, "Moonwalker", que la vi hasta el cansancio, y lo peor es que la volvería a ver, así que no fue por mi inmadurez. Últimamente he visto muchas frituras televisivas, que no creo me aporten mucho. También el escribir a media noche, con sueño, creo que no me ayuda mucho.
El mejor momento siempre es cuando es, ni antes, ni después. Así que mejor me voy a dormir. Espero que el sueño refresque las ideas, y que mis hijos, por lo menos hoy, no me levanten en la madrugada, que duerman plácidos y se levanten contentos a las 10 de la mañana. Y que mi brazo derecho deje de molestar, y que la almohada esté en su punto, confortable, y que la ropa sola se seque, y la tele sola se apague, y el sueño no me traicione en la cama, y el insomnio hoy se olvide de mi.
Hasta mañana, esa es la promesa.
lunes, 28 de febrero de 2011
Mi disgusto por el viento
Hoy me levanté más temprano de lo usual. Después de que se fue Paulino al trabajo, la lluvia y los relámpagos me robaron el sueño. No pude más que levantarme, sentarme en la sala y prender la tele. A las 4:30 de la mañana no hay mucho que ver, aunque los noticiarios locales ya anunciaban una alerta de tornado que acabó por pelarme el sueño.
Odio los tornados, el cielo turbio y los árboles arremolinados en mi ventana. Eso me hace dudar de mi intención de mudarme a una traila o casas móviles, muy comunes en estos lugares. Imagina ver en la tele la alerta de tornado y las indicaciones para buscar un lugar seguro de refugio? Y eso sí, si vives en traila la alerta dice "abandónenlas", así es que no sé qué vamos a hacer con eso de mudarnos o no.
El día ha continuado triste. Las nubes se han obstinado con ocultar el sol, y el clima sigue bochornoso, con amenazas de cambiar la temperatura más fría por la noche. La verdad no invita a salir a las calles, y el ventanal gigante que vigila la mesa en donde escribo no deja de reprocharme su propio disguto, también por la culpa del clima.
viernes, 25 de febrero de 2011
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